Grupos Facebok

Ir al contenido principal

Mi compañera de la universidad - Relatos eroticos

Mi compañera de la universidad (Padres/hijas)


Cuando empecé los estudios en la universidad, tuve que trasladarme a otra ciudad, ya que donde vivía con mis padres, no había ningún centro con estudios universitarios.


Junto con mis padres buscamos opciones para vivir en esa ciudad y, además de las consabidas residencias de estudiantes, buscábamos también pisos compartidos y encontramos uno que nos llamó la atención, porque el anuncio decía literalmente:

"Se busca chica de primer curso de cualquier carrera, para compartir piso con otra chica de esas mismas caracteristica".

Osea que las dos chicas tenían que tener entre 18 y 20 años, como mucho.


Y lo mejor de todo era que el precio era muy asequible y entraba dentro de lo que mus padres estaban dispuestos a pagar.

A mis padres les pareció demasiado bueno para ser cierto, no se fiaban, pensaban que podía ser algún tipo de reclamo, con fines ocultos y como yo era su única hija, no querían correr ningún riesgo, así que mi padre llamó al teléfono de contacto y concertó una cita para ir a ver el piso al día siguiente.

Y al día siguiente fuimos para allá los tres, mi padre, mi madre y yo.

Cuando llegamos a la dirección que ponía en el anuncio, el mosqueo de mi padre aún fue mayor, porque se trataba de un edificio moderno y a dos calles de la universidad.

Llamamos al portero, nos abrieron y subimos en el ascensor hasta el quinto, que era el último piso.

Nos abrió la puerta un señor, alto y fuerte, como de la edad de mi padre y dentro nos esperaban su esposa y su hija, una chica de mi misma edad, más o menos.

Hicimos las oportunas presentaciones y, bueno, para no enrollarme con cosas que no tienen importancia, en resumen, se trataba de lo siguiente.

El ático, porque se trataba de un ático, era de su propiedad, lo habían comprado cuando se construyó el edificio, como inversión y pensando en que lo pudiera usar su hija cuando fuera a la universidad, como era el caso.

El precio que cobraban por compartir, para ellos, era lo de menos, porque lo que buscaban era una compañera para su hija y lo más importante es que fuera alguien de su misma edad, en este caso, ambas teníamos 19 años recién cumplidos.

Y, bueno, yo les gusté como compañera de su hija y a mis padres también les gustó todo el contexto.

Dado que en ese momento eran las 13 horas y que ambas familias teníamos que comer antes de marchar os a nuestras respectivas ciudades, comimos todos juntos en un restaurante que ellos conocían, por allí cerca y hasta nos invitaron a la comida.

Su hija se quedaba ya en el piso y quedamos en que yo vendría el día uno del próximo mes de Septiembre.

Y, bueno, el día uno de Septiembre empezó mi convivencia con Irene, que así se llamaba mi compañera, yo me llamo Maria.

Irene era una chica muy guapa, ojos azules, pelo rubio muy cortito y con un tipazo, 170 cm de altura, más o menos la misma que yo, pero ella estaba más desarrollada que yo, aunque teníamos la misma edad.

Yo soy morena, ojos castaños y también llevo el pelo corto y en cuanto a mi cuerpo, no estoy mal, pero tengo menos pecho qué Irene.

Lo cierto es que, cuando íbamos juntas, y siempre íbamos juntas a todos lados, hacíamos una pareja muy atractiva, una rubia y una morena y no pasabamos inadvertidas.

Empezamos a convivir y todo nos resultaba fácil a las dos, nos entendíamos muy bien y en pocos días nos hicimos muy amigas.

La convivencia nos resultaba agradable y así se lo hacíamos saber a nuestros padres, que estaban felices y contentos, por haber acertado con la compañera de sus respectivas hijas.

Por cierto, ambas éramos hijas únicas y aunque los padres de Irene tenían una situación económica, visiblemente, mejor que la de mis padres, nosotros también teníamos un nivel económico por encima de la media, con lo que, a efectos prácticos, tanto el entorno familiar, como la educación de las dos era muy similar.

Ambas familias eramos muy liberales y modernas, la religión y la política estaban fuera de nuestras prioridades y otro factor que nos hacía muy parecidas es que, al ser hijas únicas, eramos dos niñas mimada y consentidas, ambas éramos la debilidad de nuestros padres, conseguíamos de ellos lo que nos daba la gana y las dos estábamos "enamoradas" de ellos.

Nuestras madres eran nuestras confidentes, principalmente para cosas de mujeres, también las queríamos mucho, como es lógico, pero ellas aceptaban ser las segundas en ese terreno, no tenían ningún problema en aceptarlo, porque es algo, totalmente normal, que la relación padre/Hija sea más cariñosa que la de hija/madre, al igual que ocurre al contrario, con la relación madre/hijo, cuando el hijo unico es hombre.

Cada una teníamos nuestro propio dormitorio con nuestro propio armario y mesa de estudio dentro de el, todo lo demás era compartido.

Todo era totalmente nuevo, el ático tenia los dos dormitorios, un salón, con una gran terraza, una cocina totalmente amueblada y con todos los electrodomésticos y un único, pero amplio baño, con una buena ducha, lavabo doble, water y bidé.

Al haber un único baño, lo teníamos que compartir y como nuestros horarios, sobretodo por la mañana, eran similares, no teníamos más remedio que coincidir en el.

Esto fue lo más problemático los primeros días, porque ambas teníamos pudor de que la otra nos viera desnuda, pero rápidamente perdimos ese absurdo pudor y empezamos a compartir el baño con toda naturalidad.

Cuando una salía de la ducha, entraba la otra y mientras la primera se secaba todo el cuerpo y el pelo, que como las dos lo teníamos muy corto, no necesitábamos secador.

Luego nos dábamos crema hidratante por todo el cuerpo, ayudándonos la una a la otra para darnosla por la espalda.

Ahí pude admirar en todo su esplendor el impresionante cuerpazo de Irene.

Tenía un cuerpo perfecto, unas tetas un poco más grandes que las mías, pero totalmente firmes, con unas areolas marrón muy claro y unos pezones de un marrón muy oscuro, que los hacía destacar del resto de su cuerpo, de piel muy blanca, el pubis lo tenía totalmente depilado, igual que yo, un culo redondito y unos muslos firmes sin ningún atisbo de celulitis.

Lo que más me llamaba la atencion eran los pezones de sus tetas, porque, además de destacar por su color marrón oscuro, también destacaban por su tamaño, semejantes a la punta de cualquiera de mis dedos.

Bien es cierto que, recién salida de la ducha, a mi también se me ponían duros los pezones de mis tetas, pero no eran ni la mitad de grandes que los de Irene, ella los tenía como si hubiera dado de mamar a un niño, cosa que no era el caso, o al menos, eso era lo que pensaba yo.

Luego ya andábamos desnudas o en bragas por toda la casa, sin ningún problema, porque el apartamento tiene una buena calefacción y por la casa íbamos siempre con ropa comoda y por supuesto sin sujetador.

Tengo que reconocer que yo no había visto desnudo más que, mi propio cuerpo y el de mi madre, solo ocasionalmente y viendolo sin ningún interes, por lo que, ver el cuerpo desnudo de Irene, durante varios minutos, todos los días y darle crema por la espalda, llegando incluso hasta su culo, me producía una sensación muy agradable, me gustaba mucho.

Y con el paso de los días, cada vez me gustaba más, hasta el punto que, esos minutos que pasaba en el baño con ella desnuda, empezó a ser para mi, el mejor momento del dia.

No me da vergüenza reconocer que me estaba enamorando de Irene, no era un amor al uso, era una especie de atracción por su cuerpo, pero, por todo su cuerpo, incluida su cara, porqué tenía una cara preciosa y sus ojos de ese maravilloso azul claro, ademas de encantarme, me daban auténtica envidia.

Comíamos en la universidad, pero cenar y desayunar lo hacíamos en el apartamento.

Por las noches, después de la cena cada una se iba a su dormitorio a estudiar, salvo sábados y domingos, que a no ser que tuviéramos algún examen el lunes, pues nos quedabamos las dos juntas, sentadas en el sofá, viendo alguna película o serie de Netflix.

Curiosamente a ninguna de las dos nos gustaba salir de discotecas los fines de semana y tampoco fumabamos ninguna.

Beber si veníamos algunas cervezas de vez en cuando y los sábados nos tomábamos un par de copas cada una viendo la tele y charlando.

Un par de cubatas nos ponían alegres y nos echabamos unas risas por cualquier cosa.

Nos contábamos nuestras vidas y las anécdotas más interesantes que cada una recordabamos, desde las más graciosas hasta las peores experiencias, como algún que otro problema de salud.

En este contexto y ya con toda la confianza que habíamos ido cogiendo, pues entramos en el terreno sexual.

En principio, las dos nos considerabamos heterosexuales y ninguna de las dos eramos virgen.

Ella, en este tema, no fue más explícita, pero yo no tuve ningún rescató en contarle que había tenido sexo con un hombre una única vez y que fue un auténtico desastre.

Fue en su coche, con un chico tan inexperto como yo y como era virgen, por la postura tan incomoda que teníamos, me hizo mucho daño, sangré, le manché toda la tapicería del coche, que era de su padre y por supuesto, no sentí ningún placer.

Las dos reímos, ella diciéndome que vaya mierda de experiencia... Jajaja

Como ella no dijo nada de su primera experiencia, pensé que no querría hacerlo por algún motivo, así que no le pregunté.

Respeté su silencio, suponiendo que me lo contaría cuando ella lo considerara oportuno.

Y así fueron pasando los días.

Fue a principio de Octubre, un sábado, que estábamos viendo la tele, sentadas las dos en el sofá, con la ropa con la que, directamente, nos íbamos después a la cama: unas camisetas de tirantes, amplias y largas, qué hacían de camisón y debajo, tan solo las braguitas, cuando ocurrió algo que cambiaría mi vida para siempre.

Despues de nuestro segundo cubata, estando las dos en ese punto, que cualquier cosa que decía la otra era motivo suficiente para echarnos unas risas y en el que ambas, pero sobretodo Irene, nos poníamos muy cariñosas y nos decíamos cosas como: "Te quiero mucho", "eres la mejor amiga del mundo", nos dábamos abrazos y algún que otro beso en la cabeza o en la cara.

Pues esa noche, fue Irene la que me abrazó, diciendome qué me quería mucho y comenzó a darme los habituales besos por la cara, pero en un momento que nuestras caras quedaron una frente a la otra, me agarró con las dos manos la cabeza, acercó sus labios a los mios y me dio un beso, manteniendo sus labios junto a los mios durante unos segundos.

Luego los separó y sin soltar mi cabeza, con nuestras caras a escasos centímetros, clavó sus preciosos ojos azules en los míos, esperando mi reacción y como yo, totalmente sorprendida, lo unico que hice fue esbozar una sonrisa, volvió a acercar sus labios a los míos, pero esta vez humedecidos con su lengua y entreabiertos.

Yo, que seguía en shock, al sentir la humedad de sus labios en los míos, los entreabrí también de forma instintiva, cosa que ella aprovechó para meter su lengua dentro de mi boca.

Ahí yo ya reaccioné, no me lo podía creer, Irene, mi amor platónico (hasta entonces), me estaba dando un beso con lengua... Uff

Todas mis hormonas se revolucionaron de forma automática y con una pasión desatada, comencé a chupar su lengua, como si me la quisiera comer.

Esa era la reaccion que ella esperaba y deseaba, porque, como después me confesaria, ella también estaba enamorada de mi, pero de una forma menos platónica qué yo de ella, me confesó que llevaba ya tiempo sintiendo una fuerte atracción sexual hacia mi.

Y yo, acababa de descubrir, en ese momento, que mi amor por ella no tenía nada de platónico, que lo que yo sentía por ella era también una atracción sexual, tan fuerte o más que la que ella sentía por mi.

Una vez, que mi mente, aceptó esta realidad, mi deseo se centró en la parte de su cuerpo por la que más atraccion había sentido yo siempre, aunque no hubiera sido consciente hasta ahora... ¡Sus tetas! o, para ser más exactos, ¡Los pezones de sus tetas!!! Ufff

En ese momento, no pensé en nada más, necesitaba chupar esos peones y lo necesitaba yaaa...

Así que, con un movimiento que sorprendió a Irene, agarré su camiseta y con una rápida y precisa maniobra, se la saqué por la cabeza.

Sus tetas, con sus enormes pezones, más tiesos qué nunca, por lo excitada qué lógicamente debía estar Irene, quedaron allí, a unos centímetros de mi boca diciéndome...

¡¡Cómeme!!!

Y eso fue lo que hice exactamente, me lancé a por ellos y comencé a comérmelos como loca.

A Irene no le había dado tiempo a hacer ni decir nada antes de que yo tuviera el primer pezón en mi boca y lo hubiera empezado a chupar como si me fuera en ello la vida.

Ella lanzó un evidente gemido de satisfacción, comenzó a acariciar mi pelo y me dijo con voz agitada:

- Tranquila cariño, que no te las va a quitar nadie, son todo tuyas, cometelas.

Y volvió a lanzar otro fuerte gemido... Ahahah

El pezón que había pillado estaba muy duro y yo lo chupaba y lo mordía suavemente, mientras que con mis dos manos apretaba ambas tetas en un vano intento de sacarles la leche que si fuera una madre lactante tendrían en abundancia, dado su tamaño... Ufff


Irene había apoyado su espalda en el sofá y seguía acariciando mi pelo con sus manos, gimiendo del placer que, sin duda, estaba sintiendo, por mis chupetones, con lo que yo seguía a lo mio, convencida de que le gustaba mucho lo que le estaba haciendo.

Por mi parte yo estaba en la gloria, sentía como una especie de hormigueo por todo mi cuerpo, que me producía una sensación de placer como no había sentido nunca.

Despues de unos minutos Irene agarró mi cabeza con sus dos manos y separando la de sus tetas, para disgusto mío, que no sabía que pasaba, mirándome con sus preciosos ojos, me dijo:

- Para un momento Maria, vamonos a mi cama, qué estaremos más cómodas y tenemos toda la noche para nosotras.

Nos levantamos las dos y ella aprovechó para quitarme a mi mi camiseta, quedando las dos frente a frente, con nuestras tetas al aire.

Yo también tenia los pezones de mis tetas tiesos y duros, debido a lo excitada que estaba.

Irene acercó sus tetas a las mías y comenzó a restregar suavemente los pezones de sus tetas con los pezones de las mías.. Ufff

Una especie de descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo con ese suave roce de pezones y Irene tuvo que sentir lo mismo, porque las dos lanzamos un fuerte gemido de placer a la vez... Uffff

Luego nos dimos un fuerte abrazo, clavandonos mutuamente nuestros duros pezones y fundiendonos en un apasionado beso, con nuestras lenguas luchando la una en la boca de la otra... Ufff

Abrazadas nos fuimos a su dormitorio, nadamas llegar lo primero que hizo Irene fue quitarse las bragas y yo hice lo mismo, con lo que, las dos nos quedamos completamente desnudas, una frente a la otra, dispuestas a disfrutar las dos de cada centímetro del cuerpo de la otra.

Las dos nos subimos a la cama.

Yo había decidido dejarle la iniativa a Irene, porque suponía que tenia más experiencia que yo, cosa que no era difícil, dado que yo no tenia más experiencia en el terreno sexual que el desastroso encuentro en el que aquel chico inexperto me desvirgo, así que me tumbe de espalda, poniendo todo mi cuerpo a su entera disposición, para que hiciera conmigo lo que quisiera.

Irene se situó de lado, se apoyó en uno de sus brazos y acercó el pezón de una de sus tetas a mi boca, yo lógicamente me lancé a por el y comencé a chuparsela.

Mientras chupaba el pezón, sentí como Irene deslizaba su otra mano, acariciando mis tetas, mi vientre, hasta llegar a mi pubis.

Yo instintivamente abrí mis piernas para facilitarle la llegada a donde yo instuia qué iba a llegar y deseaba que llegara y... Llegó.

Llegó con su mano a mi sexo y comenzó a acariciarmelo, abriendo mis labios con uno de sus dedos y metendomelo un poquito dentro... Uffffff

Encontró mi clitoris, que con lo excitada que estaba, debería de estar muy accesible...

Ahora ya sí, el calambrazo que recurrió todo mi cuerpo hizo que de mi boca saliera un grito de un placer que nunca antes había sentido... Ahahahahah....

Y la cosa no había hecho más que empezar, Irene empezó a frotar mi clitoris y a meterme los dedos en mi coñito qué lo tenía que tener chorreando por el sonido de chapoteo qué llegaba a mis oídos...

No aguanté mucho, a los pocos minutos todo mi cuerpo convulsionó y me sumergi en el primer orgasmo inducido por otra persona que había tenido en toda mi vida... Ahahahahah

Irene sin dejar de mover sus dedos en mi coñito, se había lanzado a por mi boca, me había metido toda su lengua dentro, había pillado la mía y me la estaba chupando como si se la quisiera comer... Uffff

Cuando terminé de correrme separé mi boca de la de Irene y le dije:

- Ahora te toca a ti, mi amor

Ella se tumbó de espaldas yo me bajé de la cama, tiré de sus piernas hasta colocar su culo al borde de la cama, me puse de rodillas sobre la alfombra, metí mi cabeza entre sus muslos, ella recogió sus piernas doblandolas por la rodillas, con lo que su coñito quedó enteramente a mi disposición.

Abrí con mis manos sus labios y apareció a pocos centímetros de mi cara la estrada a su vagina, brillante por lo húmeda qué la tenía, yo acerqué mi boca, saqué mi lengua y comencé a darle lametones.

Irene agarró mi cabeza con sus manos y me la empujaba suavemente contra su coñito.

Yo comencé a darle chupetones y a masajear su clitoris con mi lengua.

Irene solo daba gemidos de placer y al poco apretó más fuerte mi cabeza contra su coñito, lanzó un fuerte gemido y yo empecé a recibir en mi boca la corrida del orgasmo qué estaba teniendo, mientras ella movía su pelvis apretando contra mi boca, intentando que mi lengua la entrara lo más posible dentro de su vagina... Uffff

Cuando terminó de correrse volvimos a besarnos apasionadamente, mientras acariciabamos nuestros cuerpos.

Esa noche estuvimos dándonos placer durante horas, hasta que totalmente agotadas nos quedamos dormidas.

Por la mañana, cuando nos levantamos, nos duchamos juntas, enjabonandonos mutuamente, sin dejar de besarnos y acariciarnos.

Yo no me cansaba de besar a Irene, ni de chupar los pezones de sus tetas, estaba enamoradita de ella.

A ella le encantaba comerme mi coñito, porque me decía que era prácticamente virgen y me proporcionaba unos orgasmos increíbles.

Cuando llevábamos unos 20 días como amantes, la confianza era total, cada una hacia con la otra lo que quería, la otra se dejaba hacer de todo y lo disfrutabamos al máximo.

Entonces fue cuando Irene me dijo:

- Maria, tu y yo ya tenemos una confianza total y por eso voy a contarte algo que no sabes de mi y que quiero que lo sepas.

Yo supuse que ya había decidido contarme como perdió su virginidad y no me equivocaba, porque empezó diciendome:

- Cuando tu me contaste como perdiste la virginidad, yo no te correspondí contándote como la perdí yo, porque consideré que aun no te conocía lo suficiente para hacerlo, pero ahora ya si te conozco bien y he decidido que es el momento adecuado para contártelo.

Yo le dije que no tenía ninguna obligación de hacerlo, pero ella, poniendose un dedo en la nariz, me dijo:

- Calla y escúchame, por favor.


Y empezó a contarmelo a su manera.

- Yo perdí la virginidad de una forma mucho más placentera que la tuya, desde luego.

Reímos las dos su ocurrencia... Jajaja

- La perdí con el hombre que mas quiero y más me quiere del mundo, mi padre...

- ¿Queeee? ¿Con tu padre? Le dije yo, totalmente desconcertada.

- Si Maria, con mi queridisimo padre, al cual adoro y el a mi.

Y te aseguro que fue la experiencia más bonita que te puedas imaginar.

Me lo hizo con tanto cariño y tanta suavidad, que casi no sentí dolor y apenas sangré, a pesar de que mi padre, ya has visto lo grande que es, tiene un pene enorme y me proporcionó el primer orgasmo de mi vida, que nunca podré olvidar.

Yo me quedé que no sabia que decirle, porque en mi cabeza se mezclaban ideas y sensaciones encontradas.

Por una parte, el que lo hiciera con su padre, era algo que no me lo podía ni imaginar y por otra, tal y como ella me lo estaba contando, pensar en ese coñito qué yo tantas veces me había comido, ensartado por el enorme pene de su padre y sentí un morbo increíble.

Irene estaba dispuesta a desahogarse conmigo, contandomelo con todo lujos de detalle y así lo hizo.

Para empezar me dijo que su madre estaba al tanto, ya que fue con ella con la que habló del tema y estuvo de acuerdo desde el principio.

Siguió contandome qué desde que su padre la desvirgó, recién cumplidos los 18 años, habían seguido teniendo sexo de forma continua, hasta que se había venido a la universidad y que, por supuesto, lo iban a seguir teniendo de forma indefinida.

También me dijo, supongo que para tranquilizarme, que entre nosotras todo seguiría igual, mientras yo quisiera, porque una cosa no tenía nada que ver con la otra.

Que, con nuestra relación, había descubierto que en realidad ella era, claramente, bisexual, ya que disfrutaba tanto, follando con su padre, como haciéndo lo que hacía conmigo.

Yo, como os podéis imaginar, estaba alucinando, porque, así, como sin darle ninguna importancia, Irene estaba abriendo para mi, un mundo de posibilidades infinitas.

Mi única experiencia sexual con un hombre había sido un desastre, mientras que mi experiencia con Irene, era de lo más agradable, pero, a pesar de eso, yo me seguía sintiendo heterosexual, cuando, en realidad, al igual que Irene, estaba claro, que yo también era bisexual, aunque eso, lo tendría que comprobar definitivamente, cuando tuviera sexo de verdad con un hombre.

Irene, mientras me estaba hablando, clavaba la mirada de sus ojos azules en mi, supongo que intentando adivinar mis pensamientos, puesto que yo debía de tener cara de poker.

Luego ya, directamente, me preguntó mi opinión sobre todo lo que me había dicho y yo le contesté:

- Pues, que quieres que te diga Irene, como te podrás imaginar, me has sorprendido, porque a mi nunca se me hubiera pasado por la cabeza que tu primer y único hombre, hasta ahora, fuera tu padre.

Pero, evidentemente, tu experiencia ha sido muchísimo más agradable que la mia y por supuesto, no veo nada malo en tu relación con tu padre, sino todo lo contrario, te podría decir que hasta la envidio y ya me gustaria a mi tener ese tipo de relacion con mi padre.

A lo que Irene, con una amplia sonrisa en su preciosa cara, señal de que le había agradado mi respuesta, me dijo:

- Gracias cariño, por verlo así, no esperaba menos de ti y por eso te lo he contado.

En cuanto a lo de tenerme envidia, pues, yo creo que si tu te lo plantearas en serio, seguro que conseguirías tener sexo con tu padre tambien, pero, por el momento, si lo que quieres es tener una bonita experiencia sexual con un hombre, para comprobar feacientemente, tu bisexualidad, no tengo ningun problema en "prestarte" a mi padre para ello.

Ahí ya si que me desconcertó Irene y totalmente sorprendida le dije:

- ¿Tu padre? ¿Me estas diciendo que podría tener sexo con tu padre?

- Si cariño, si tu quieres, claro.

- Pero ¿Querría el tener sexo conmigo?

- Eso dalo por hecho, no tengo la menor duda que a él le encantaría tener sexo contigo, como a cualquier otro hombre, porque estas buenísima... Ummm.. Rica, rica

- Jajaja, eres una tonta, estoy hablando en serio, ¿Crees de verdad que tu padre querría tener sexo conmigo?

- Pues no solo lo creo, sino que lo sé, porque ya lo he hablado con el y lo está deseando.

- ¡Joder Irene! ¿Como que ya lo has hablado con el? ¿Cuando?

- Pues hace dos días que me llamó para decirme que tenia que hacer un viaje de negocio y le caía de paso pasar por aqui, así que si yo quería podría venir y pasar un par de horas juntos.

Evidentemente yo acepté, esa mañana me vine para casa después de la primera clase y volví a la hora de comer, para que tu no me echaras en falta y... no te enfades conmigo, pero como todavía no te había contado lo que había entre el y yo, pues no podía decírtelo y por eso precisamente, te lo estoy contando todo ahora.

A lo que yo, ahora si, un poco mosqueada le dije:

- ¡Joder Irene, ya te vale! ¿Y hablaste con tu padre de mi?

- Pues sí, cariño, después de estar follando durante más de una hora y sentir lo que siento cada vez que tengo sexo con mi padre, no pude evitar acordarme de ti y pensar que tu, todavía, no habías podido disfrutar de algo asi.

Como estábamos charlando, relajados después de haber tenido varios orgasmos y mi padre haberse corrido un par de veces dentro de mi coñito, le comenté lo de tu desafortunada experiencia y le dije si le gustaría darte la oportunidad de tener una experiencia mucho más agradable, teniendo sexo con ella y darte el placer que acababa de darme a mi.

A lo que él me contestó, que si tu estabas de acuerdo, estaría encantado de vivir contigo esa experiencia, porque eres una joven preciosa.

Yo, aunque seguía un poco mosqueada, cuando escuché todo eso de sus labios, no pude reprimir una sentimiento de gratitud hacia ambos, hacia Irene, por acordarse de mi en un momento como ese y a su padre, por sus bonitas palabras hacia mi persona.

Y sonriendo le dije a Irene:

- Siento haberme enfadado en un principio y ahora que ya sé como ha sido la cosa, no puedo por menos que agradecerte tu preocupación por mi, en un momento como ese y agradecer, igualmente, a tu padre por sus bonitas palabras y su predisposición para darme la oportunidad de tener esa experiencia con un hombre como el.

Irene, sonriendo, me dijo:

- ¿Eso quiere decir que aceptas tener sexo con mi padre?

- Claro, pues claro que acepto, tu padre es un hombre muy guapo y será todo un honor para mi que me trate como trata a su hija.

- Estupendo, pero hay una cosita que tenemos que resolver antes.

Mi padre me preguntó si usas algún método anticonceptivo.

Yo le dije que no y el me dijo que tenias que tomar la píldora, como yo, ya que para vivir la experiencia completa, tiene que correrse dentro de ti, para que puedas disfrutar del placer de sentir el calor de su semen entrando dentro de tu cuerpo.

- Si, claro, tiene razón, yo quiero que se corra dentro de mi, quiero sentir esa sensación, así que, como mañana, precisamente, termino con la dichosa regla, compraré las mismas píldoras que tomas tu y dentro de diez o quince días podríamos quedar con tu padre para vivir la experiencia.

Y en eso quedamos.

Compré las píldoras qué se toman diariamente durante los sigientes 21 días a la finalizacion de la regla y me las empecé a tomar ese mismo día, con lo que, a partir del octavo día ya estaría protegida contra un embarazo no deseado, como era el caso.

Irene habló con su padre y quedamos para el sábado de la siguiente semana.

Ese día Ramon, que así se llama el padre de Irene llegó a las 6 pm, le abrió Irene y yo lo esperaba en el salón.


Yo solo lo había visto el día que vine con mis padres a ver el piso y solo me había quedado con que era un hombre corpulento, sin fijarme en muchos mas detalles, pero ahora que lo tenía allí de pie, delante de mi, vi a un hombreton de más de 180 cm de alto, musculoso, pelo Rubio muy corto y... ¿Como no? Unos llamativos ojos azules, como los de su hija.

Irene hizo las presentaciones, nos saludamos de beso en la mejilla y nos sentamos los tres en el sofá.

Irene le ofreció tomar algo y pidió un vaso de agua fresca.

Hablamos de cosas intrascendentes durante unos minutos, hasta que Irene se levantó y nos dijo:

- Bueno, pareja, yo os voy a dejar solos para que tengáis intimidad, volveré, si os parece bien, dentro de un par de horas.

Yo estaba nerviosita perdida y solo dije que me parecía bien, al igual que su padre.

Irene se marchó y nos quedamos solos su padre y yo, así que, como los dos sabíamos a lo que había venido, tomé la iniciativa yo y le dije:

- Nos vamos a mi dormitorio, si te parece bien.

A lo que el, levantándose, me dijo que muy bien y los dos nos dirigimos a mi dormitorio.

Nadama entrar y sin decir nada, vi como Ramon se desabotonaba su camisa y yo comencé a desnudarte también.

En un par de minutos los dos estábamos en ropa interior, yo en bragas y sujetador a juego, de color blanco y el en boxer.

Desde ya, me fijé en el enorme bulto que se veía en su calzoncillo y me puse más nerviosa.

Desde ese momento el decidió tomar la iniciativa, cosa que agradecí, se acercó poniendose detrás de mi y me desabrochó el sujetador, yo lo cogi con mis manos y lo tiré sobre la mesa de estudios que la tenía cerca.

El agarró mis tetas con sus dos manos, tenía unas manos muy grandes, con cada una de ellas abarcaba una de mis tetitas y comenzó a acariciarmelas pinzando mis pezones qué los tenia tiesos y duros, con sus dedos, jugando con ellos.

Luego ma bajó las braguitas y yo me las saqué por los pies, quedandome completamente desnuda dándole la espalda.

El me giró y me acercó a la cama, dejándome sentada, con su bóxer, qué aun llevaba puesto, a la altura de mi cabeza y me dijo:

- Quitármelo tu.

Yo, que estaba predispuesta a hacer todo lo que el me dijera, agarré con mis dos manos el bóxer por el elástico, tire de al para abajo y...

¡Oh, Dios mio!!

Su enorme pene salio de su encierro y quedó apuntando hacia el techo, a escasos centímetros de mi cara.

El terminó de quitárselo, se quedó allí de pie frente a mi y me dijo:

- Puedes tocarlo y acariciarlo, para irte familiarizando con el, porque es el que te va a dar placer.

Yo estaba realmente asustada, pensaba que aquello no podía entrar en mi vagina, que me iba a destrozar, pero luego, enseguida, pensé que si había entrado en la vagina de Irene y además, muchas veces, también podría entrar en la mía, ya que las dos tenemos una constitución similar y como con miedo, acerque una de mis manos y lo agarré.

Uffff, estaba muy duro y no lo abarcaba totalmente, instintivamente tire de la piel hacia atrás y apareció su glande en todo su esplendor, enorme, rojo y brillante... Ufff

Eso ya si que acabó de asustarme más, era como un fresón gigante.

Ramon viendo la cara de susto que debía tener, me dijo:

- No te asustes Maria, ya te habrá dicho Irene qué a ella no le hace ningún daño, prueba a metértela en la boca y chuparlo un poco y también puedes acariciar mis testiculos, ya veras como te gusta hacerlo.

Yo hice todo lo que me había dicho, acerqué mi boca y lo primero que hice fue lamerlo un poco con mi lengua, luego abrí la boca, introduje el glande dentro de ella y comencé a chuparlo, aunque llenaba toda mi boca y apenas podía mover la lengua.

Entonces, Ramon viendo mis apuros, lo agarró con una de sus manos y comenzó a meterlo y sacarlo de mi boca, con lo que se fue ensalivando y ya se movía mejor.

El lo soltó, para que cogiera yo el control, así lo hice y todo empezó a ir mejor, ya era yo la que movía mi cabeza, metiendolo y sacandolo a la vez que lo lamia con la lengua y lo chupaba con mis humedecidos labios.

Aquello empezó a gustarme y como ya lo controlaba, aproveché para, con mi otra mano, tocarle los testiculos.

Desde la posición en la que estaba no se los había podido ver, así que cuando metí mi mano y los toqué, uffff, otro susto.

Eran enormes, no los abarcaba con mi mano por separado, el tacto me electrizaba, eran suaves y calientes y cuando los apretaba suavemente, se movían dentro de la funda qué los proteje...ufff

Cuando ya se me había pasado el susto y empezaba a coger le el gusto, Ramon me lo sacó de la boca y me dijo:

- Tumbate hacia atrás sobre la cama.

Yo así lo hice y me quedé con mis piernas colgando, con los pies apoyados en el suelo.

Ramon se agachó, levantó mis piernas con sus brazos, metió su cabeza entre ellas y comenzó a comerme mi coñito... Uffff

Me lo estuvo chupado y lamiendo durante unos minutos, hasta que tuve un orgasmo y me corrí en su boca.

El se lo tragón todo y en cuanto terminé de correrme, sacó su cabeza de entre mis piernas, se puso de pie, se tumbó de espaldas sobre la cama, con su enorme pene apuntando al techo y me dijo:

- Ven, súbete sube mi y empieza a meter mi pene en tu vagina, lo vamos a hacer así, la primera vez, para que seas tu la que controles la penetracion.

Yo le obedecí, como había decidido hacer desde el principio.

Me subí a la cama y me puse en cluquillas con cada una de mis piernas a un lado de su cuerpo.

Luego me agaché un poco, para enfilar su pene con la entrada de mi coñito y cuando lo tuve enfilado, me agaché otro poco y noté como su enorme glande entraba dentro de mi.

Estaba muy lubricada por el orgasmo qué había tenido, así que, aunque sentí la presión de su "freson" en la entrada de mi vagina, se deslizó dentro, sin ningun problema.

Ahí Ramon, qué me tenia agarrada por la cintura, para ayudarme a mantener el equilibrio, me dijo:

- Perfecto, Maria, hora ya puedes seguir, lo estas haciendo muy bien.

Estas palabras de Ramon me animaron y empecé a descender poco a poco, intruciendo su verga centímetro a centímetro, dentro de mi estrecha vagina, que se iba adaptando a lo que la estaba metiendo dentro, a medida que avanzaba.

Yo tenia mis ojos fijos en los de Ramon, que con una sonrisa, me animaba a seguir.

Yo no sentía ninguna molestia, solo la lógica sensación de presión sobre las paredes de mi vagina, así que, seguí bajando hasta que, primero sentí el roce de su vello púbico y enseguida el choque de mi culo con su pelvis.

No me lo podía creer ¡¡La tenía toda dentro!!

Mi vagina se había tragado aquel enorme pene enterito y no había sentido ningún dolor. Ufff

Entonces Ramon me dijo:

- Bueno, Maria, ya lo tienes todo dentro, como ves te ha entrado toda entera, sin ningun problema, ahora ya, ponte cómoda, apoya tus manos en mi pecho y empieza a moverte, también eres tu la que controlará el ritmo de las penetraciones, así que, adelante mi niña, es todo tuyo, disfrutalo...

Yo me sentía como una auténtica campeona, estaba feliz y... Muyyy excitada, así que hice lo que Ramon me había dicho, eché mi cuerpo hacia adelante, apoyé mis manos en su pecho y comencé a subir y bajar mi culito, con aquella cosa dentro de mi vagina.. Uffff

Ya en los primeros movimientos sentí como todo mi cuerpo vibraba y una oleada de placer inundó mi cerebro...

Comencé a moverme cada vez más rápido y aquello me volvía loca, en realidad era yo la que me estaba follando a mi misma, con el pene de Ramón, que seguía con sus manos en mi cintura y con una cara de placer, que era la señal de que le gustaba como me lo estaba follando...

No tardé mucho en tener un orgasmo.

Era mi primer orgasmo con el pene de un hombre dentro de mi vagina, así que, gemi y hasta grité del placer que sentí.

Ramon, al oír mi grito y sentir las fuertes contracciones de mi vagina en su pene, supo que estaba teniendo un orgasmo y con voz ronca por el placer que el tambien estaba sintiendo, me dijo:

- Muy bien Maria, así, así, disfrutalo mi niña.

Me dejó disfrutar de mi orgasmo y cuando vio que ta me estaba relajando me dijo:

- Ahora, que ya hemos comprobado que te entra toda, sin ningún problema, vamos a cambiar de postura.

Yo me desclave de su pene, que seguía tieso y duro y me bajé de el, esperando sus instrucciones.

El me pidió que me pusiera de rodillas al borde de la cama y que cogiera la almohada para apoyar en ella mi cabeza.

Yo así lo hice y quede con mi culo en pompa, a su entera disposición.

El se bajó de la cama y se situó de pie detrás de mi, cogió su pene con una mano y lo restregó contra la chorreante entrada de mi coñito, hasta que encajó su glade dentro de el.

Entonces, me agarró con sus dos manos de mis caderas, dio un empujón hacia adelante y me lo clavo enterito, hasta el fondo de mi vagina...

Aunque ya la había tenido antes toda enterita dentro de mi, ahora, en esa posición, sentí como si me atravesara... Ufff


Sin más preliminares, comenzó a follarme con penetraciones rápidas y profundas.

Yo comencé a sentir un placer increíble, a gemir como si me estuvieran matando y no tardé mucho en tener otro orgasmo, aun más salvaje y escandaloso qué el anterior... Ufff

El, en ningún momento dejo de moverse, siguió follandome sin parar, mientras yo me corria y gritaba como una loca.

Era increíble, me siguió follando durante un rato más y de pronto se paró, me la sacó y me dijo:

- Vamos a cambiar otra vez de posición, para que nuestros cuerpos descansen un poco, vamos a hacerlo en una posición más cómoda, tumbate de espaldas, que vamos a hacerlo en la posición que llaman de el misionero.

Yo le obedecí, me tumbé de espaldas, el se metió entre mis piernas, que yo había abierto desmesuradamente, guió con su mano su pene y en cuanto lo colocó a la entrada de mi coñito, me lo volvió a meter entero, hasta dentro.

Ahí la cosa era mucho más íntima, estábamos cara a cara, Ramon se empezó a mover y yo volví a sentir el roce de su enorme pene en las paredes de mi vagina y todo mi cuerpo volvió a electrizarse.

Mientras me folla a, Ramon me miraba fijamente a los ojos y de pronto me dijo:

- ¿Te puedo besar en la boca?

Hasta ahora, eso era algo que no habíamos hecho y cuando me lo preguntó, sentí la urgente necesidad de que lo hiciera, así que le conteste muy excitada:

- Pues claro Ramon, puedes hacer conmigo todo lo que quieras.

Comenzó comiéndose, literalmente, mis labios, porque toda mi boca quedó dentro de la suya.

Ramon lo tenía todo grande.

Yo abría mi boca y sacaba mi lengua, hasta que, de pronto, metió su enorme lengua dentro de mi boca, llenándomela por completo, ufff

Yo, que siempre había sido una escrúpulosa, que no bebía de un vaso qué hubiera bebido alguien, ni, por supuesto, comía con una cuchara qué hubiera usado otra persona, tenía ahora mi boca llena con la lengua de un extraño y me estaba tragándo su saliba, sin sentir ningún asco, sino, por el contrario, sintiendo placer haciendolo. Ufff

Con su lengua dentro de mi boca y su pene dentro de mi vagina, Ramon me estaba follando por los dos sitios a la vez y yo sentía tanto placer que empecé a tener otro orgasmo.

En ese momento, supongo que al sentir las contracciones de mi vagina en su pene, Ramon me sacó su lengua de mi boca y me dijo:

- Ya no aguanto más, me voy a correr dentro de ti, mi niña, quiero que lo disfrutes al máximo.

Y dicho y hecho, Ramon me dio varias estocadas seguidas y luego, con su pene metido hasta el fondo de mi vagina, se quedó quieto y yo empecé a sentir como se derramaba dentro de mi... Ufff

Su semen entraba a presión dentro de mi... Uno, dos, tres... Eran como disparos de algo muy caliente y así durante unos segundos...

Yo me volví loca del placer que sentía y empalme mi orgasmo con otro aun más intenso, gemía, gritaba.. Ahahahah

Cuando terminó de correrse, me besó con ternura en los labios y por toda mi cara, sacó su pene de mi vagina y se tumbó a mi lado a recuperar el aliento.

Despues de descansar un rato nos levantamos, nos duchamos y nos sentamos en el salón a esperar a Irene.

Habíamos estado follando sin parar durante más de una hora, yo había tenido varios orgasmos y ahora sí, ahora ya si sabia lo que era tener sexo de verdad con un hombre y podía decir, sin ninguna duda que soy bisexual y que, si me gusta el sexo que tengo con Irene, el sexo con su padre, me encantaaaa...

Hasta las vacaciones de Navidad, Ramon nos visitó otras tres veces y volvimos a tener sexo.

El nos follaba a las dos y se corria una vez con cada una, con lo que nos dejaba satisfechas a las dos.

Cuando no fuimos de vacaciones de Navidad, yo ya iba totalmente dispuesta a hablar primero con mi madre, contarle a ella todo y decirla si, al igual que la madre de Irene, me dejaría tener sexo con mi padre.

Y así lo hice.

Mi madre al principio, no se podía creer lo que le contaba.

Mis relaciones lesbianas con Irene.

Que ella tenía sexo con su padre, con el consentimiento de su madre.

Que el padre de Irene me había hecho mujer, con mi consentimiento.

Y que ahora yo también quería tener sexo con lo padre, con el consentimiento de ambos.

Luego ya, razonandolo todo, mi madre reconoció que, pensándolo bien, no era una mala idea, porque, dada mi edad y una vez que ya lo había probado, si no lo hacía con mi padre, lo haría con otros hombres, con el peligro de contraer cualquier enfermedad, así que me dijo que lo hablaría ella primero con mi padre y que después ya lo hablaríamos los tres juntos.

Y así lo hicimos.

Ni que decir tiene, que mi padre aceptó encantado, sobretodo, porque si el padre de Irene lo hacía con su hija y les iba bien, pues nosotros también lo haríamos, de igual manera.

También aprovechó para decirnos a mi madre y a mi, que si el padre de Irene tenía sexo conmigo, el también quería tenerlo con Irene, siempre y cuando ella estuviera de acuerdo.

Mi madre y yo, estuvimos de acuerdo, porque era lo lógico.

Y en eso quedamos.

Esa misma noche, mi madre me dejó "dormir" con mi padre y desde ahí empezamos a tener sexo con toda normalidad.

Irene, por supuesto, aceptó tener sexo con mi padre y para iniciar esa relación, nos fuimos los cuatro (Irene y su padre y mi padre y yo) a un hotel y pasamos una noche "durmiendo" casa padre con la hija del otro.

A Irene le encantó tener sexo con mi padre y a mi, por supuesto, repetir una vez más con Ramon.


Y a partir de ahí, nuestros padres nos visitan de vez en cuando en nuestro apartamento y tenemos sexo de forma indiscriminada, ambas hijas, con ambos padres.


Comentarios